DEL INTIMISMO A LO SUPERFICIAL, DE LO INDISPENSABLE A LO BANAL

Así como cada uno tenemos una opinión, cada uno tenemos una visión de las cosas. El prisma es infinito para cada persona, nunca hay dos visiones con cada matiz igual.

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jueves, 31 de diciembre de 2009

Cuánto por decir...

... y cuánto por contar, ¿cierto? Vivencias del día a día, cuántas de ellas se quedan en la soledad del olvido. Sí, la soledad del olvido. Es curioso pues el hombre busca solución para todo aquello que le supone un problema y solucionar la soledad del olvido no iba a ser menos. Desde la escritura, pasando por la palabra, hasta el teléfono se han buscado miles de fórmulas para transmitir aquello que creemos verdaderamente importante, todo lo que no debe quedarse en esa soledad del olvido. Tanto es así que podemos transmitir todo lo vanal e incluso mediocre que pasa por nuestras vidas, aunque no por eso le damos más valor a la palabra. Al contrario, cada vez la desvirtuamos más.

Sin embargo, después de tanto hablar y hablar y más hablar, con mucho o poco respeto a la palabra y pasando por alto la ya famosa soledad del olvido ¿dónde van a parar tantas palabras? Realmente después de unos segundos e incluso menos ¿hay algo que evite que las palabras se olviden una vez se expresan? Estoy totalmente convencido que así es, sólo existe un filtro que hace que las palabras no se pierdan en el infinito. Una acción que dota de una excelencia momentánea al verbo: escuchar.

Escribía al comenzar que el hombre soluciona los problemas que hay en su vida, anhela mejorar mediante la técnica latente. No obstante, no tengo tan claro que haya una técnica latente para escuchar. Claro está que existen artilugios con los que se puede escuchar, la propia naturaleza dotó a las personas con el sentido del oído. ¿Qué pobre condición dejó maltrecha a este sentido para que fuera el pasivo de la palabra?
Todos los aparatos y medios están diseñados para poder escuchar, de forma pasiva. Pero su principal función es la de poder hablar. Por ejemplo, el teléfono tiene la función clara de poder llamar a alguien para que te escuche desde lejos. Pero ¿por qué no hay un aparato que llame para escuchar a alguien, un telésono o un sonoafasia? (perdón por mi atrevimiento al inventar palabras).

Quizás el hombre no puede resolver con la técnica lo que no es capaz de resolver en sí mismo.

Definitivamente, debo escuchar más.

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